Método M. Stéphan 381 Para defender mejor el omnivorismo humano, los científi cos han pretendido, como contrapartida a nuestra tesis, que algunos animales fueran omnívoros tipo y se citan el cerdo y la rata. Algunos, incluso, han ido más lejos, afi rmando que nuestro tubo digestivo está próximo al de estos animales y que hay que comer de todo siguiendo su ejemplo. En verdad, estamos más cerca del simio que del cerdo o la rata. Estos últimos animales son roedores que se alimentan únicamente (cada vez que pueden) de raíces y de tubérculos. Privados de libertad, comen lo que se les da o lo que encuentran o roban. Su “seudoomnivorismo”, como el del hombre, no es más que una prodigiosa facultad de acomodación digestiva, que a la larga es el factor determinante de las enfermedades y no decimos “adaptación”, sino “acomodación”. El desviacionismo alimentario del hombre se explica mediante este género de facultad de acomodación (que no poseen la mayoría de los animales) y por el descubrimiento del fuego. Así, la posibilidad de sobrevivir, fuera de su medio tropical (original) le ha sido dada al hombre, que ha podido satisfacerse de una alimentación más calurosa y más dinamizante (cereales cocidos y carnes cocidas). Ella le permite afrontar los climas más fríos y trabajar físicamente, con el empeño que se le conoce (civilización laboriosa actual, con respecto a la “civilización de los placeres y de los juegos” de los primitivos en su hábitat). Por desgracia, estos super-alimentos (cereales y carnes) son tóxicos para el hombre. Los cereales: están hechos para los pichones y todos los animales que disponen de un buche-germinador, las carnes son destinadas a los tigres y a todas las fi eras que orinan amoníaco. La regla es formal, el hombre no puede sustraerse de ella, bajo pena de pagar un alto precio (la enfermedad). De esta alimentación falsa (antiespecífi ca) son obtenidas, en efecto, todas nuestras enfermedades (degeneración). Pero a esta alimentación antiespecífi ca son añadidas (de una manera siempre más abusiva) las desnaturalizaciones calóricas (el fuego), mecánicas (refi nados) y químicas (colmo de las falsifi caciones) y por supuesto, las enfermedades se han acrecentado al mismo ritmo (a pesar de los descubrimientos de la medicina moderna incapaz de atajar mediante sus remedios sintomatológicos y tóxicos la fl ota creciente de las degeneraciones: enfermedades mentales, trastornos cardio-vasculares, cáncer, leucemia ...). Nada podrá salvar al ser humano de sus desórdenes orgánicos, sino es la vuelta metódica a una alimentación específi ca y natural, tal y como la hemos defi nido. 382 Método M. Stéphan LOS REGÍMENES HIPO-TÓXICOS HUMANOS SON, ENTONCES, LOS QUE ÚNICAMENTE CONLLEVAN ALIMENTOS ESPECÍFICOS Y NATURALES. Entre más tienden los regímenes a realizar esta forma alimentaria, menos “escorias” producen, más puros son y más capaces de asegurar el autoperfeccionamiento del ser humano sobre todos los planos (salud, belleza, vitalidad, atleticidad, longevidad, cerebralidad, intelectualidad, afectividad, espiritualidad y moralidad). Los malos alimentos, portadores de toxinas (que denominamos venenos lentos) destruyen, al contrario, al hombre sobre todos esos mismos planos. Entonces, no hay que sorprenderse al ver a nuestra sociedad cogida por todos los desórdenes que le son propios (a parte de las enfermedades, todas las taras del Corazón y del espíritu; bestialidad, estupidez, agresividad, criminalidad ...). Son los otros aspectos de la personalidad humana, desviada de sus fi nes y que explica nuestro “Humanismo Biológico”. Siendo los primeros, desde 1935, hemos defi nido muy claramente cual debiera ser el régimen específi co humano, hemos propuesto las bases fi losófi ca, científi ca y técnica, en medio de todas las confusiones y de todos los malentendidos.(“BIOME DICINA ORTODOXA”) He aquí los elementos de nuestro razonamiento: Base fi losófi ca: el Univorismo - Regla: no existen animales omnívoros sobre la tierra. Cada naturaleza animal tiene un alimento que le conviene como propio y que encuentra fácilmente, sin trabajar o trabajando muy poco, en su medio original y en el estado crudo. RECORDAR EL HOMBRE NO PUEDE SER LA EXCEPCIÓN A ESTA REGLA NUTRICIONAL FUNDAMENTAL. Base científi ca - Estructuras anatómico-digestivas comparadas de las especies animales. Regla: Cada animal, destinado a un alimento, posee una anatómico-fi siología (digestiva y eliminadora) que le es propia y que corresponde con el alimento previsto. Los tubos digestivos del pichón, de la vaca, del tigre y del simio caracterizan los 4 tipos alimentarios: granívoro, herbívoro, carnívoro y frugívoro. El alimento de unos es un veneno para los otros. Las observaciones que se deben anotar son: El buche-germinador de los granívoros, que permite dextrinizar correctamente y en frío los granos (almidones). La aptitud de los riñones de los carnívoros, que permite eliminar el excedente de residuos aminados, neutralizados por el amoníaco que pasa libremente a través de su fi ltro; Método M. Stéphan 383 La longitud (36 metros) del intestino de los herbívoros, que permite utilizar todos los azúcares pobres de la hierba (celulosa); La disposición digestiva, renal y cutánea de los frugívoros que les permite eliminar fácilmente el agua de los alimentos y utilizar un mínimo de proteínas. Base técnica - Crudivorismo - Regla: el alimento específi co es dado siempre CRUDO, quien come crudo, come justo y no se come cualquier cosa en el estado crudo. El alimento específi co está siempre en abundancia en el entorno original del animal para el cual ha sido dado. El Ser Humano entonces, está ligado por la regla del univorismo. Sus estructuras digestivas y emuntoriales le emparientan con los grandes simios (animales frugívoros, por excelencia). Mismo intestino, mismo colon, mismo estómago, mismo hígado, mismo páncreas, mismos riñones que los antropoides, los hombres deben respetar el mismo régimen. Para un mismo motor, un mismo carburante. Además, para el hombre, el alimento crudo es la fruta, que él come fácilmente. No ocurre lo mismo con las carnes o los cereales. Estamos aquí, muy lejos de las teorías fantasiosas de los “cientifi stas” o de los gastrónomos. La alimentación no tiene nada que ver con las costumbres, los hábitos o las tradiciones, aunque tengamos en cuenta en el detalle y una cierta manera (alimentos de tolerancia). Para comprender nuestra posición, hay que razonar por síntesis y hacer callar al espíritu analítico que poseemos cada uno de nosotros. Los elementos de esta enseñanza que se deben retener son: El origen tropical del hombre, sus actividades de juego (no laborioso), su paralelismo simiesco, su univorismo, su frugivorismo, su facultad de acomodación y su genio inventivo de desnaturalización. La mayor reserva respecto a las deducciones de los sabios (análisis químicos ...) se debe observar bajo pena de caer en el error y de no comprender nada en los problemas que se proponen en Bromatología humana. La misma regla de prudencia, por otra parte, debe extenderse a todas las técnicas obtenidas del saber experimental y analítico que profesan todos los que son incapaces de comprender las causas profundas y las fi nalidades que orientan la marcha de las especies sobre la larga vía de la evolución cósmica (la cual no tiene nada que ver con la “tarta de crema” del evolucionismo de Darwin). RECORDAR HEMOS DICHO QUE EL HOMBRE ESTÁ EMPARENTADO CON EL GRAN SIMIO (ANTROPOIDES: GORILA, ORANGUTÁN Y CHIMPANCÉ) DESDE EL PUNTO DE VISTA DIGESTIVO Y DE LA ESTRUCTURA ANATÓMICO- FISIOLÓGICA. 384 Método M. Stéphan Lo cual no quiere decir que el hombre descienda del simio. Sin embargo, las formas animales vecinas que existen, pueden servir de información. Se puede afi rmar, sin temor a equivocarse, que a una misma “estructura anatómico-digestiva” le corresponde necesariamente una misma alimentación. La alimentación humana debe estar próxima a la de los grandes simios viviendo en libertad. Por extensión y con la misma exactitud, todo ser vivo siendo condicionado por el medio que le ha visto nacer (y no que le ha hecho nacer), sigue lógicamente una alimentación (específi ca) que es cien por cien biológica, es decir, favorable para el desarrollo máximo de las cualidades inherentes de la especie humana. Sin nada viene a perturbar el medio específi co y a romper el equilibrio de los intercambios (alimentarios y demás), el hombre se convierte en el rey de la Creación (la pieza fi nal de todo el edifi cio vivo, con una misión bien defi nida que debe cumplir). En el caso contrario, fracasa y deberá recomenzar su tiempo sobre la tierra. En efecto, cuando el medio es perturbado, el hombre no se expande. Es un infi rme sobre todos los planos y en particular, las enfermedades y la muerte diezman su especie hasta el aniquilamiento total. Ninguna medicina en el mundo podrá redirigir jamás el error del ser humano que decae, viviendo fuera de sus condiciones naturales. La adaptación y las felices mutaciones que podrían obtenerse, son simples vistas del espíritu. El hombre resiste, pero degenera y un día, si sobrevive, poblará la tierra entera de monstruos sin futuro, habiendo fracasado en su fi nalidad cósmica. Se comprende que el alimento específi co sea hipotóxico y provoque la autocuración. El descubrimiento de la bioterapia francesa, bajo nuestra dirección, ha sido enunciar, de una vez por todas, lo que era el alimento específi co del hombre (el que no habría debido abandonar nunca por su grandeza y su futuro). ¿CUÁL ES ENTONCES EL ALIMENTO DE LOS GRANDES ANTROPOIDES? La alimentación humana es, como la de nuestros hermanos inferiores más próximos, a base de frutas. El hombre es un frugívoro (no es ni carnívoro, ni granívoro, ni herbívoro). Las frutas jugosas, grasas y secas tienen en ellas todos los elementos queridos: glúcidos, prótidos, lípidos, vitaminas, minerales, diastasas ..., pero ello solo, no permite justifi car su uso por el hombre. Hay que razonar como acabamos de hacer, por analogía de las estructuras y no por análisis de los alimentos. Ejemplo: un gato alimentado a base de frutas (a pesar de sus virtudes), no resistiría mucho tiempo a las diarreas, que esta alimentación impropia para su intestino haría nacer y mantendría hasta su muerte. Pensando en los cereales (almidón) de los cuales abusa el hombre, igualmente, están hechos para los verdaderos granívoros como son los pichones, las gallinas, los pájaros ... Método M. Stéphan 385 No hay que sorprenderse de ver al hombre enfermo, de verle morir antes de la edad (afectado penosamente a los 70 u 80 años y en un estado penoso) y de verle sobre todo, reducido en sus disposiciones latentes, mal venido en su forma y su fondo, a pesar de las enormes dotaciones que han sido desde siempre las suyas. - El univorismo regula todas las especies animales – Pero no es siempre absoluto. A veces, es relativo. En efecto, casi siempre, al primer alimento (o fundamental) viene a añadirse un segundo alimento. A la hierba (o al heno) alimento primero del caballo, viene a añadirse un poco de avena (o de grano) segundo alimento del caballo. Ahora bien, el frugivorismo completo del simio (del 80 al 90%) se dobla de un ligero carnivorismo no sangrante (del 10 al 20%). Hemos bautizado así a esta forma de carnivorismo para diferenciarla del “gran carnivorismo”, donde la sangre fl uye siempre abundantemente. El simio, en libertad, come gusanos, insectos, huevos, incluso pequeños pájaros en el nido y moluscos o pescados (simio-pescador). En los zoos, se les puede ver buscar las pulgas y los piojos a sus congéneres para comerlos(se trata no de un gesto de amistad sino de una vuelta a la alimentación tradicional que es la suya, exigiendo una pequeña base nitrogenada viva), lo cual sus cuidadores y veterinarios no han comprendido. El hombre: para establecer su régimen biológico (específi co) entonces, debe tener en cuenta esta tendencia. Por otra parte, el ejemplo nos es dado por los pueblos primitivos (viviendo en contacto estrecho con la naturaleza). Estos comían su ración nitrogenada bajo forma de termitas o de saltamontes. El “insectivorismo humano” ha sido constatado por todos los viajeros y etnólogos. - Los elementos del régimen humano son los siguientes - Teniendo en cuenta su orientación fi siológica de orden digestivo y el ejemplo dado por sus hermanos más próximos, en su univorismo relativo, el régimen biológico humano debe ser establecido de la forma siguiente: De un 80 a un 90% de frutas jugosas, grasas y secas (frutas hidrocarbonatadas y nitrogenadas: naranjas, manzanas, peras, cerezas, ananás ... y nueces, avellanas, almendras ...). A este vegetalismo, serán añadidas las hojas verdes, las raíces azucaradas, los tallos y las yemas (ensaladas, zanahorias, caña de azúcar ...) todos los vegetales acuosos que se pueden comer crudos. De un 10 a un 20% de alimentos nitrogenados vivos (carnivorismo no sangrante: moluscos, huevos, leche cuajada, quesos ...). 386 Método M. Stéphan RECORDAR LAS FRUTAS NITROGENADAS (NUECES) NO PARECEN PODER SER SUFICIENTES COMO BASE NITROGENADA, AUNQUE LOS ÁCIDOS AMINADOS DE ORIGEN VEGETAL O ANIMAL SEAN LOS MISMOS A LOS OJOS DEL QUÍMICO. La leche vegetal (a base de almendras o de soja por ejemplo) no puede reemplazar a la leche de mujer para la cría de los niños. El frutitarismo absoluto (únicamente basándose en frutas), bajo nuestros climas y en nuestras condiciones sociales, válido como “cura de desintoxicación”, no puede ser mantenido mucho tiempo por el adulto que pierde sus fuerzas y su vitalidad y por el anciano que pierde años. Debemos concluir entonces, que el régimen precitado está bien en el hombre, tal y como estaba en sus orígenes, para el ser humano viviendo en su entorno propio (hábitat original o clima tropical). A los alimentos primeros y segundos, hay que añadir una tercera clase de alimentos: los de tolerancia. En otros términos, en el mundo actual, bajo nuestros climas, en nuestras condiciones sociales, el régimen biológico humano (específi co) es insufi ciente. El hombre es un animal frugívoro, además, es un animal tropical (de países cálidos) y en nuestras regiones frías o templadas nos vestimos y nos calentamos. Además, el hombre es un animal perezoso y no gregario (viviendo solamente por familias aisladas como los gorilas y no en tropas o sociedades a ejemplo de los bóvidos o de las abejas). Además es temeroso. No es un matador (animal valiente como el carnívoro tipo, que está hecho para eso). No le gusta ver correr la sangre (reacción de los niños normales). Ahora bien, el hombre, por razones diversas: basculación de la Tierra, éxodos, espíritu de aventura ... ha ocupado lugares terrestres que no le convienen (tierras hostiles). Ha perdido su “Paraíso”. Venido a habitar voluntaria o accidentalmente regiones templadas o frías (país de los grandes herbívoros), se ha puesto rudamente al trabajo para construir su casa, sus ciudades de madera, de piedra y de cemento, para calentarse con el carbón y el petróleo de la tierra y para vestirse cálidamente. Todo ello para resistir al frío sobre tierras que le eran extrañas (hostiles). El fuego ha contribuido a la aventura, sin él, lo que se llaman las civilizaciones humanas no se habrían producido, nada de sociedad, nada de trabajo, nada de civilización. Pero el fuego ha permitido al hombre tomar una alimentación no prevista para él: el almidón de los cereales y la carne de los animales (carne sangrante) que se encuentra por todas partes en ese país de los grandes herbívoros. Método M. Stéphan 387 El fuego ha permitido cocer esos alimentos y hacer que el “simio humano” construido para las frutas y un ligero carnivorismo, caiga en el error de las falsas frutas (almidonismo) y de las carnes pesadas (carnivorismo). Con su increíble facultad de resistencia sobre el plano digestivo, el hombre ha sobrevivido(mientras que cualquier otro animal habría muerto). Los alimentos tradicionales del hombre se han vuelto falsos alimentos (venenos lentos) o alimentos no específi cos y además desnaturalizados por el fuego. Todo está dicho: el hombre habitando una tierra hostil para él, puesto a trabajar, viviendo en grupo, comiendo mal, se ha convertido en un matador por necesidad. - Así, el hombre artifi cial ha nacido, con sus taras y sus faltas, sus enfermedades, sus limitaciones evolutivas y sus degeneraciones. Convertido artifi cialmente en un animal de los países fríos, laborioso, nocturno y viviendo con la piel cubierta (lo cual es malo para un animal solar), comiendo falso y desnaturalizado, el hombre ha añadido el colmo a sus desgracias por su vida en grupo (sociedades y civilizaciones) donde ha podido dar libre curso a su desviación hacia la agresividad (rivalidades, crueldades de todo género hacia los animales y sus propios congéneres: esclavitud, suplicios, torturas ...), la violencia y los odios sociales (lucha de las clases, tiranía ...) que coronan las guerras y las exterminaciones sin cese y de todo género. En este mundo que no está a la medida de su fi siología, el hombre se ha convertido en un monstruo. Pero en lo que nos ocupa, la tara más evidente, es la de la enfermedad. El hombre está enfermo, en particular, por el doble error del almidonismo y del carnivorismo(sin hablar del alcoholismo, ni del tabaquismo y la enervación ...). Y todo ello para llegar a sobrevivir en un medio que no es el suyo. Ha creído que hacía bien siguiendo a la “despensa andante” (el buey) o al vivir de cereales que se entrojan en invierno (mientras que las frutas se pudren). Por desgracia, este medio antibiológico se ha vuelto, desde hace algunos lustros, aún peor por el hecho de una civilización basada únicamente sobre investigaciones y técnicas químicas y atómicas, de donde se deriva la gama de las grandes poluciones (aire, agua, tierra y alimentos) que nos afectan en este momento. La medicina química con sus drogas tóxicas, se añade a estos desórdenes. El estado mórbido del ser humano se ha agravado como consecuencia de ella. Entonces, sobre nuestro futuro, pesa una gran inquietud. A más frío, como hemos dicho, más debe trabajar el hombre y peor debe alimentarse. El esquimal, sobre el banco de hielo, lleva una vida ruda y sólo come carne y grasas, muere joven, pero resiste al clima. Entonces, parece que es necesario comer mal para que el hombre pueda vivir fuera de su hábitat original. Una alimentación esencialmente simiesca no le es sufi ciente. Es la evidencia misma. 388 Método M. Stéphan RECORDAR HAY QUE ADMITIR, EN ESTAS CONDICIONES EXCEPCIONALES, LO QUE NOSOTROS LLAMAMOS ALIMENTOS DE TOLERANCIA. Sobre este fondo nutricional correcto (específi co y biológico) de frutas y verduras acuosas crudas y algunos subproductos animales en débil cantidad, el hombre está autorizado a hacer algunas escapadas alimentarias. Ocurrentemente, los alimentos de tolerancia permitidos serán: las carnes magras y a la parrilla o hervidas, los cereales pobres correctamente dextrinizados. Las carnes son dinamizantes (ayudan al trabajo cotidiano), los cereales son reconfortantes(ayudan a luchar contra el frío). Sin embargo, el reverso de la medalla es la enfermedad. Esta forma de civilización humana, laboriosa, en clima templado o frío deteriora rápidamente los organismos. Los alimentos de tolerancia no deben, sin embargo, hacer caer al hombre en su desviacionismo alimentario habitual. Hay que retener las nociones siguientes: La especifi cidad alimentaria del hombre se explica por su estructura anatómico-digestiva, emparentada con la de los grandes simios. Regla: a un mismo aparato digestivo, una misma alimentación (a un mismo motor, un mismo carburante). Este razonamiento, por analogía, es superior para alcanzar la verdad en el razonamiento inductivo (que procede por análisis) o en el razonamiento deductivo (que parte de un dogma discutible, teológico o no). La regla del univorismo humano es severa y disgusta a todos: a los golosos y a los científi cos que quieren complacer (a los golosos y que son ellos también, la mayoría, fumadores y bebedores). Los médicos se adhieren al clan de los científi cos. Entonces, no hay que sorprenderse al ver el error alimentario sobre el plano nutricional mantenido por teorías estúpidas, desprovistas de todo valor, salvo una: satisfacer las costumbres gustativas (gastronomía). Contra el placer, la lucha es desigual, tan desigual como contra el egoísmo. El hombre debe comer crudo, como todos los demás animales de la tierra. La ley de las criaturas, en cuanto a su alimentación, no es el omnivorismo, sino el UNIVORISMO. El hombre está hecho para comer poco a la vez, pero a menudo y casi siempre la misma cosa. La especifi cidad y la unidad hacen la Salud. A esta noción fuertemente discutida, de la especifi cidad, viene a añadirse la de la “no desnaturalización” (mucho mejor aceptada). Método M. Stéphan 389 El alimento, como hemos dicho anteriormente, debe ser poco variado, pero tiene que ser CRUDO y NATURAL (tal y como la naturaleza lo da). Para nosotros, el alimento biológico humano no es exclusivamente el alimento obtenido naturalmente (concepto corriente en algunos medios), es además y sobre todo el alimento específi co (previsto para nuestros órganos). El alimento biológico (que produce la Vida) varia con las especies, pero siempre será dado crudo y natural. RECORDAR CRUDO, ES DECIR, QUE EL ALIMENTO NO DEBE SUFRIR LA AGRESIÓN DEL FUEGO, QUE TURBA LA CALIDAD DE LAS CÉLULAS VIVAS: VITAMINAS, MINERALES, DIASTASAS ... El alimento cocido es impropio para la vida y engendra carencias. Esto vale para el hombre tanto como para las demás especies. NATURAL, es decir, que el alimento debe ser dado en su complejidad no refi nado y no haber sufrido contacto con productos químicos. Estas leyes del régimen biológico son formales (nada puede modifi carlas). El hombre está emparentado con el simio, su alimentación es entonces, la del simio. Toda manipulación o intervención, tendiendo a modifi car el alimento en su composición natural, hace de él un veneno lento, pero un veneno de todas formas. La alimentación habitual de los hombres, a base de cereales y de carnes cocidas, alimentos no específi cos y desnaturalizados, es envenenadora. Los dos errores alimentarios (debidos al fuego) son el abuso de los cereales cocidos (mal dextrinizados) y el abuso de las carnes sangrantes cocidas, igualmente y a menudo carbonizadas. Produciendo en exceso (en los líquidos humorales y en los tejidos) engrudos y cristales, experimentalmente se pueden hacer nacer todas las enfermedades humanas (dejando jugar, como conviene, a los temperamentos: nervioso, respiratorio, muscular, digestivo y linfático) con su constitución mórbida, particular, heredada. Los temperamentos y las constituciones mórbidas explican, en efecto, las localizaciones de la enfermedad general, pero todas las enfermedades humanas, cualesquiera que sean sus causas, tiene por causa primera y única: el envenenamiento alimentario (con sustancias nutritivas que no están hechas para nosotros y que además, han sido desnaturalizadas). No existe posibilidad de salud o de curación, sin el abandono progresivo de los venenos alimentarios (responsables de la “mugre humoral”). El mantenimiento de la salud debe hacerse sobre un “fondo nutricional” que tenga en cuenta estas leyes. 390 Método M. Stéphan Sobre este “fondo nutricional biológico” (que no enmugrece la máquina), hay que aceptar, decíamos anteriormente, alimentos de tolerancia. Esta noción de alimentos de tolerancia viene a romper la regla del Univorismo (casi absoluto o relativo, del ser humano = 80% de frutas, hojas y raíces azucaradas y 20% de subproductos animales). Los factores principales que hacen admitir las tolerancias son: El clima (es la primera razón). El hombre es un animal tropical: no estamos hechos para vivir en los países templados o fríos. Lo que pasa es que la industria y las actividades humanas son más prósperas en estas regiones, pero el hábitat del hombre no está aquí. El vestido, el carbón, la casa ... lo prueban. El hombre, como todas las bestias, está hecho para vivir DESNUDO y en todas partes donde puede vivir así, noche y día, de principio a fi n del año, el hombre está en su casa. Todo el resto es “trucaje” antifi siológico. Los esquimales mueren a los cuarenta años, víctimas de nefritis. El trabajo (segunda razón). El hombre es, por su naturaleza, un animal perezoso. Se ha hecho de él un trabajador, que debe, desde su más corta edad y todo a lo largo de su vida, obedecer a una disciplina y a unos esfuerzos cotidianos, musculares, nerviosos, intelectuales ... El hombre debe trabajar para ganarse la vida. Bajo los trópicos, el hombre danza y juega. En las islas del Pacífi co la vida es un “juego”. En nuestras ciudades de occidente, la vida es una “labor”. El clima frío empuja al almidonismo. Para resistir al viento, a la lluvia, a la nieve, al aire helado, el hombre debe tener reservas de azúcar. Sólo el almidón de los cereales, verdadero “azúcar-retardo”, puede permitirle resistir en esos climas hostiles. Las frutas, azúcares directos no se lo permiten, son quemados demasiado rápido. El trabajo (obligatorio) empuja al carnivorismo. Para satisfacer la labor, es necesario un cierto coraje, una forma de excitación que dan las carnes sangrantes. Son sus “toxinas” las que procuran esa energía. Además, las carnes evocan a los grandes excitantes complementarios que son el alcohol, el tabaco, el café ... Método M. Stéphan 391 RECORDAR ALIMENTADO DE ESTA FORMA, EL MOTOR HUMANO RESISTE AL CLIMA Y HACE SU TRABAJO, PERO CEDE RÁPIDAMENTE (NUESTRAS ENFERMEDADES). El hábito (tercera razón). Desde hace alrededor de 30.000 años (fecha del último diluvio) el hombre come mal y ha cultivado todos los modos alimentarios posibles. Hay que tener en cuenta este pasado, inscrito en nuestra herencia e intentar “desintoxicar” sin brusquedad. Para satisfacer los climas, las labores y los hábitos, aceptamos entonces, los alimentos de tolerancia, pero sepamos elegirlos en función de su mínima agresividad. Las carnes podrán aparecer sobre la mesa del hombre blanco occidental, habitando los grandes centros urbanos, pero bajo ciertas condiciones: sólo dos o tres días a la semana y de preferencia al medio día, nunca mezcladas con cereales y otros productos harinosos o glucídicos, preferentemente en el orden siguiente: pescado, conejo o pollo, carne blanca y al fi nal la carne roja, a la parrilla o hervidas. RECORDAR NO OLVIDAR NUNCA QUE LA TOLERANCIA EN FAVOR DE LAS CARNES SIEMPRE DEBE SER VIGILADA, LO CUAL QUIERE DECIR QUE LA RACIÓN Y LA FRECUENCIA SON INDIVIDUALES Y QUE AL MÁS MÍNIMO SIGNO DE ALERTA (ENMUGRECIMIENTO CRISTALOIDAL: DOLORES ARTICULARES, MIGRAÑAS, INSOMNIO ...), LA TOLERANCIA YA NO DEBE EXISTIR (VUELTA AL RÉGIMEN VEGETAL). Los cereales deberán igualmente ser tolerados, por la razón que ya hemos comentado, pero con la condición formal de que sean bien predigeridos o correctamente “dextrinizados” por una cocción a baja temperatura, no mezclados con las carnes y elegidos preferentemente en el orden siguiente: patata, arroz, mijo, avena, trigo sarraceno, maíz y trigo que sigue siendo el cereal más reconfortante. La misma observación que para la carne: Desde el momento en que la tolerancia en almidón (cereales) manifi este signos de excesos (fl uidos de nariz, de bronquios, de vagina ...), hay que suprimirlos y volver al régimen fundamental humano. Una vez haya sido instituido el fondo nutricional y habiendo elegido los alimentos de tolerancia , ahora hay que pensar en colmar rápidamente las carencias (mórbidas y autolíticas), añadiendo a este régimen hipotóxico (relativo al hecho de las tolerancias) “nutrientes”, alimentos especiales, muy ricos en oligo-elementos. Será la parte correspondiente al régimen anticarencial. 392 Método M. Stéphan La “cura de revitalización” presenta entonces, varias fases, de las cuales una es nutricional, que presenta los tiempos siguientes: puesta en marcha del régimen biológico humano, elección de las tolerancias y adición de nutrientes. Aquí además, pocos dietéticos de formación ofi cial saben aplicar correctamente esta cura de revitalización con su doble régimen hipotóxico y anticarencial. Demasiado a menudo, se ven intervenir los nutrientes en plena fase de autolisis dietética y ser incluso considerados por algunos como factores de curación, lo cual es absolutamente aberrante. “Disponemos de dos ojos: uno está hecho para mirar como viven los hombres, el otro para ver lo que se hace en la Naturaleza “. - LOS GRANDES ERRORES NUTRICIONALES - El olvido del “fondo nutricional” (específi co y Natural) Los falsos conceptos llevando sobre el “fondo nutricional” “El error sobreviene cada vez que el hombre se toma por el centro del Mundo y rehusa considerarse sobre el mismo plano que las otras criaturas”. Estos grandes errores, son dos, se encuentran casi siempre fuera de las intervenciones bioterapéuticas. Llevan sobre el olvido del fondo nutricional en la ignorancia en la que se encuentra todo practicante clásico del régimen biológico humano o sobre un mal concepto de este régimen, cuando, por casualidad, algunos lo avistan y ello tanto en los empíricos (que se atienen a sistemas alimentarios populares, tales como el vegetalismo o vegetarianismo) como en los científi cos (que se esfuerzan para establecer los suyos sobre nociones inexactas, tales como el calorismo, las raciones equilibradas ...). Nuestra enseñanza permite explicar de una manera muy lógica, todos los errores conocidos en materia de alimentación y todas las faltas cometidas por los técnicos mal advertidos en el establecimiento de sus regímenes. Atraemos la atención sobre el hecho de que sólo las bases sobre las cuales reposa la Biomedicina, permiten desarrollar, sin riesgo de contradecirse, toda una teoría alimentaria válida. Cualquier otra manera de actuar o de razonar conduce en todo momento a confusiones, contradicciones o afi rmaciones (gratuitas). Es la razón por la cual los escritos clásicos sobre la dietética y la nutrición están emborronados por la oscuridad y no aportan solución alguna a los problemas propuestos. Es lo que nosotros llamamos el “error de la dietética clásica”. EL OLVIDO DEL FONDO NUTRICIONAL ES EL PRIMER ERROR - Se encuentra corrientemente, en la mayoría de los practicantes, desde el simple curandero al gran médico. Método M. Stéphan 393 Consiste primeramente, en no admitir la necesidad de un régimen autolítico para desintoxicar todo organismo enfermo (porque, según la óptica ofi cial, la enfermedad resulta de una agresión exterior y la alimentación cotidiana no tiene nada que ver en ello). Consiste, en segundo lugar, en no instituir un “régimen biológico humano” (hipotóxico) para servir de fondo a los alimentos elegidos, destinados a colmar las carencias. En esta óptica, sólo se ve el mal local y sólo se intenta calmar sus efectos inquietantes (tratamiento antisintomático clásico). El alimento, en este concepto del mal, no desempeña ningún papel, ni causal, ni terapéutico. La función terapéutica es desempeñada por el medicamento, puesto a punto para ese fin. La causa del mal es a menudo desconocida. Ello es declarado (!). A veces es atribuida a un golpe, una fatiga, un germen ... que no son, en realidad, más que las causas secundarias (o reveladoras de un estado mórbido), lo cual explica que no reproduzcan de golpe la enfermedad experimentalmente querida. Pasteur, para inocular la enfermedad de la difteria en sus pollos y hacer nacer en ellos la enfermedad experimental, estaba obligado a desequilibrar su terreno humoral mediante baños fríos forzados (patas y vientre en el agua durante 24 horas). Después de lo cual, el microbio actuaba. Un gorila resistió a los gérmenes de la sífi lis, inyectados por el sabio Metchnikoff, tanto tiempo como fue alimentado correctamente. Pero a base de pastas cocidas, productos harinosos y carne, se volvió receptivo rápidamente y sufrió de una sífi lis experimental tremenda. La causa secundaria sólo desencadena la enfermedad en el momento en que el terreno humoral está preparado, es decir, “desequilibrado”, habiendo perdido una parte de sus defensas naturales (por viciaciones humorales sufridas). Lógico con él mismo, el practicante clásico (cualquiera que sea) no establecerá ni dietética (autolítica), ni nutrición (hipotóxica). A parte de los medicamentos habituales, si consiente utilizar nutrientes (polen, jalea real, embriones ...), lo hará siempre con un espíritu analítico y sintomático. Los resultados, por supuesto, a menudo serán mediocres, pasajeros o nulos, porque la fuente mórbida de origen alimentario no habrá sido agotada. Cualesquiera que sean los “esfuerzos compensadores” o los “nutrientes” utilizados, el mal subsistirá tanto tiempo como tarde en ser neutralizada la causa. El buen practicante irá hacia los “nutrientes” y no utilizará nada más que unos pocos medicamentos, el malo abusará de los medicamentos y rehusará emplear los nutrientes. 394 Método M. Stéphan Antes de comprender la necesidad de una vuelta al fondo nutricional correcto (régimen biológico humano), los pacientes se agotan, así como la larga lista de los remedios milagrosos o la de los “nutrientes” o la de las fórmulas mágicas. Al contrario, cuando la cura de desintoxicación (régimen autolítico) ha sido hecha correctamente y la cura de revitalización, con su fondo nutricional, la ha sucedido, se percibe que los “productos anticarenciales” (nutrientes) son de una elección fácil y todos tienen una acción efi caz y duradera. Se puede decir que la mayoría de los “nutrientes”, vendidos en las tiendas de régimen o mejor en las “tiendas de nutrición”, son excelentes, pero también que los pacientes no están humoralmente preparados para recibirlos. Están “sobrecargados” de engrudos y cristales y mantienen esas sobrecargas, de donde se derivan los fracasos. Ejemplo: un sujeto alimentado a base de carnes y cereales, dos veces al día y bebiendo vino y café sin moderación, se quejaba de no sentir ningún efecto en una cura de polen. Le hemos explicado que su tubo digestivo, mal llevado, no estaba en estado de sacar benefi cio de la cura. Las vitaminas del polen, cayendo en el abismo intestinal no resistían a las toxinas de ese medio. El polen no surtía efecto. Nueve veces de cada diez, querer tomar nutrientes en estas condiciones, es un derroche o una inutilidad. Fisiológicamente, ¿Cómo se puede esperar ver producirse mejoras cuando el paciente sigue enmugrecido. (Con los intestinos obstruidos, el hígado y los riñones cerrados, la sangre y la linfa sucias de impurezas orgánicas)? ¿Cómo se puede esperar perfumar una fosa séptica llena de materias fecales con algunas gotas de perfume? ¿Cómo médicos serios pueden pensar que es sufi ciente con poner algunos “oligoelementos” o minerales diluidos, para modifi car el estado de su paciente? ¿Cómo se puede creer que delicadas y preciosas vitaminas o frágiles diastasas, pueden liberar sus mecanismos en ese “fango orgánico”, que constituye el interior humoral de un ser enfermo? ¿Cómo nutricionistas avispados pueden olvidar la dietética autolítica y drenadora y el “fondo nutricional” que la debe suceder? ¿Cómo los homeópatas negando a Hanneman pueden hacer lo mismo? Sin embargo, consideramos que los “drenadores homeopáticos” son inferiores en efi cacia a las grandes prácticas de la dietética autolítica (BIOMEDICINA). En cuanto al fondo nutricional que el Dr.. S. Hanemann había puesto en evidencia en el capítulo más importante de su Organon, es olvidado por la mayoría de los homeópatas modernos. En resumen, los remedios naturales u otros, sobreañadidos sobre el fondo toxémico mantenido, no actúan o si lo hacen lo hacen de una manera muy momentánea. Método M. Stéphan 395 Sin desintoxicación y sin una estimación correcta de lo que debe ser el “régimen biológico humano, hipotóxico”, no puede haber revitalización. El magnetizador que aporta su fl uido vital, el curandero que aconseja sus plantas revitalizantes, el alópata que da insulina, el homeópata que prescribe sus gránulos minerales ... no deberían ignorar que todo lo que quieren hacer, incluso lo más válido, para colmar las carencias constatadas, nunca será sufi ciente, dado que la “fuente humoral” responsable sigue presente todavía y dado que ella continúa produciendo las carencias que todos intentan colmar en vano. Esta medicina de las “suplencias” es comparable con el “tonel de los Danaides” que sin fondo nunca se podía llenar. El error de óptica sobre el origen del mal es siempre la causa fundamental, se cree que el mal viene de fuera, mientras que viene de dentro. La enfermedad es endógena (producida interiormente y por niveles sucesivos) y no exógena (producida fuera). El mismo proceso es válido para los microbios que nacen en el interior del cuerpo (de nuestras células que liberan sus orgánulos o de las células de nuestros alimentos alterados). El remedio no es la vacuna, sino la pureza humoral y la calidad del alimento. En una palabra, la noción de medicamento es falsa. Se cura una causa secundaria que no es la verdadera y además se envenena. Sólo el alimento debe servir para curar. El gran Hipócrates hacía jurar a los futuros médicos prohibiéndoles usar medicamentos, actualmente los jóvenes médicos hacen el mismo juramento, pero... drogan en todo momento. Médicos y curanderos están, aquí, en el mismo punto y caen en el mismo error. Los mejores análisis, las máquinas más perfeccionadas para detectar las carencias no servirán de nada, incluso si los cálculos son exactos. Lo mismo, los mejores productos, sacados de la naturaleza o de los laboratorios no servirán de nada, incluso si son asimilados perfectamente por el organismo. Todo ello por la simple razón, sufi ciente, de que las carencias son ahondadas por la “mugre” y de que para combatirlas realmente, hay que comenzar por neutralizar esa “mugre” de origen alimentario. ¿Qué diríais de un hombre que en la desembocadura de un río, quisiera modifi car el curso del mismo? Es en la fuente y allí solamente, donde sus esfuerzos serían válidos. El sueño de la “poción mágica” para recuperar la salud es imposible de realizar, al menos si es hecho antes de toda pureza humoral. La búsqueda de los medios de depurar nuestros líquidos (nuestros humores) y nuestros tejidos es la única y la verdadera Búsqueda Médica. El BIOMÉDICO posee el gran mérito de haberlo comprendido y atenerse a sus curas de eliminación y de revitalización, a pesar de las difi cultades que estas prácticas hacen nacer en su clientela. 396 Método M. Stéphan La facilidad del medicamento hace que los pacientes pongan mala cara a la disciplina de las “curas bioterapéuticas”. Las más bellas deducciones, las más magnífi cas exposiciones científi cas, no resisten a los hechos naturales. No podemos hacer nada para cambiarlos y nuestro deber es hacer tomar conciencia del imperativo alimentario como factor de enfermedad y de curación. Entonces, es inútil correr tras las “drogas milagrosas” y los fortifi cantes, mientras el organismo no haya sido “limpiado” y “regulado” sobre el plano digestivo. Ello no signifi ca, como veremos más adelante, que a veces, no sea necesario estimular, relanzar el motor o colmar algunas carencias, ahondadas por la “mugre” y la cura de desintoxicación. Esto lo tenemos muy claro, la revitalización tiene sus reglas y sus productos. Una vez haya sido llevada a cabo la desintoxicación, la cura de revitalización la sucederá entonces, sobre las bases nutricionales siguientes: Puesta en lugar del fondo nutricional (régimen biológico, específi camente humano = 80% de productos crudos vegetales + 20% de productos crudos animales); Adición de algunos alimentos de tolerancia en función del trabajo, del clima y de los hábitos (alimentos de tolerancia); Finalmente, aporte de algunos alimentos o remedios de gran estimulación(alimentos denominados “nutrientes”). Rechazamos todos los medicamentos (sintéticos o de síntesis original) en el transcurso de la cura de revitalización. El Biomédico no los necesita. Los “nutrientes” son sufi cientes. Sin embargo, el nutriente, para ser biológicamente humano, debe responder a algunas normas: Ser total, en la medida de lo posible (ejemplo: ostras frescas, trituradas y liofi lizadas). No haber sufrido la acción del fuego (un germen de trigo asado al horno ha perdido de un 80 a un 90% de sus vitaminas). Finalmente, corresponder a la especifi cidad de la alimentación humana; (el jugo de carne azucarado no es un nutrimento correcto). Estudiaremos más ampliamente algunos de los mejores nutrientes al fi nal de estos capítulos, después del capítulo sobre las carencias. EL SEGUNDO ERROR EN MATERIA DE NUTRICIÓN LLEVA SOBRE UN MAL CONCEPTO DEL “RÉGIMEN BIOLÓGICO HUMANO”. Deberemos distinguir dos clases de errores: * El de los empíricos * El de los sabios Por “empíricos”, queremos designar a los investigadores libres que por vías experimentales personales, han propuesto sistemas alimentarios y a menudo han creado escuelas. Método M. Stéphan 397 El título de empírico, aquí, no es peyorativo. El científi co es él mismo un empírico, pero cuyos métodos son controlados en el laboratorio por experimentos repetidos según las tablas de Bacon. Los errores “deductivos” que corren el riesgo de resultar de estos procedimientos de investigación (experimental) son los mismos en los dos casos. El error de los empíricos es el proponer sistemas alimentarios falsamente “dietéticos” y pretendidos “nutricionales” o defi nitivos, considerados como siendo los “regímenes hipo-tóxicos” (específi camente humanos) mientras que no lo son. Los principales regímenes, propuestos de esta manera, son: el Vegetalismo, el vegetarianismo, el Cerealismo, el Carnivorismo, el Frutarismo (exclusivo), el Crudivorimso (no específi co), el Cocinismo (tradicional y apetitoso) y el Omnivorismo, el peor de todos. Hemos enumerado los sistemas alimentarios de origen empírico elegidos de entre los más característicos y los más conocidos, pero hay muchos otros que se emparientan con estos grandes sistemas. No los mencionaremos. Los exámenes críticos formulados respecto a los grandes sistemas por supuesto, son válidos para los pequeños. Lo cual explica que el número de estas teorías, concerniendo la alimentación humana, es la falta de espíritu y de síntesis y de objetividad de los sabios. El placer, la gula, los hábitos, las costumbres, las tradiciones, son las telas de fondo de la argumentación, que intenta con estos medios “seudocientífi cos” bordar una verdad que no tiene el examen. La “lógica pasional” y no la lógica normal, domina y dirige los debates. El alcohólico defi ende su vino por todos los medios, si se le dice: “hace mal”, responde: “me vuelve alegre”, si se replica que la tristeza a menudo nace de las borracheras, replica: “sí, pero el vino me vuelve fuerte” ... Siempre existe un argumento para salvar al vino, como el abogado defi ende a su cliente culpable. Esta “lógica pasional” falsea todos los experimentos, aunque procedan del empirismo vulgar o del empirismo científi co. Tocando los placeres del vientre, se toca la sensualidad y la afectividad que dirigen permanentemente la intelectualidad y la actividad (voluntad). Cuando se piensa que pueblos enteros se revolucionarían si un legislador (bien intencionado, pero poco hábil) osara tocar su vino, su tabaco, su café ... nos quedamos confundidos. 398 Método M. Stéphan Sin embargo aquí, sólo se trata de falsos alimentos. La verdadera reforma debe llevar sobre las carnes y los almidones. Es entonces una verdadera revolución en la alimentación humana la que preconizamos para luchar contra los errores mantenidos a este respecto y contra las enfermedades que resultan de ellos. El hombre sólo está enfermo porque come falso y porque toma nutrientes, venenos (lentos). La lentitud de ese envenenamiento hace que pase desapercibido. La vida es un lento envenenamiento, del cual toda la especie humana sufre los efectos con más o menos suerte. Raras son las poblaciones que escapan a una alimentación anti fi siológica. Ello explica porque el hombre ha dejado su hábitat (original) el cual son las riberas cálidas (donde crecen en abundancia las frutas todo el año). El hábitat geográfi camente muy limitado exige una población muy reducida, de algunos millones de individuos (de 5 a 10 como máximo para la tierra entera). Actualmente somos 5 mil millones y antes de fi nales de este siglo, seremos más de 15 mil millones. (Escrito en 1990) Para vivir, los errores alimentarios (ofi cializados, por supuesto) serán aún más graves y más numerosos, paralelamente a las “enfermedades degenerativas” que no dejarán de ampliarse. La lucha que lleva el Biomédico es un combate cuyo fi n no es para mañana, frente a la estupidez de los hombres. Algunos investigadores se han dado cuenta, a pesar de todo, que era malo revitalizar sobre un fondo mórbido mantenido. También, ellos han animado excelentes intenciones, preconizando “sistemas alimentarios” muy precisos, destinados a servir de régimen biológico humano, pero se han equivocado. He aquí esos sistemas, que pecan de un error fundamental llevando sobre la noción de “especifi cidad”. EL VEGETALISMO Teoría: El Ser Humano no está hecho, orgánicamente, para comer carne y principalmente alimentos nitrogenados de origen animal (productos y subproductos animales): carne, pescado, leche, queso y mantequilla. Debe contentarse, para satisfacer su apetito, con alimentarse esencialmente de frutas, legumbres, cereales y productos vegetales nitrogenados (frutas tales como las nueces, avellanas, almendras o verduras tales como la soja, lentejas, judías, habas ...). En Francia, el Profesor MONO fue el gran instigador de este régimen. Crítica: El error de este sistema es el empujar al consumo de cereales y de leguminosas, sobre todo abusando del pan y de las harinas completas. Método M. Stéphan 399 El almidonismo (productor de engrudos, viscosidades sanguíneas y linfáticas: friolera, mala circulación ...) es la consecuencia del vegetalismo exclusivo, principalmente en los “sanguíneo-pletóricos” (obesidad blanca y fofa, insomnio, impotencia y frigidez, ÚLCERAción varicosa, congestión cerebral menos por hipertensión arterial que por espesamiento del líquido ...). El Doctor Arbeltier señaló el peligro de la “hemogliasis” representada por el abuso de las harinas y de los cereales, pero los vegetalianos han desviado la difi cultad afi rmando gratuitamente (lógica pasional) que sólo las harinas blancas eran las responsables, pero no las harinas completas. Ahora bien, eso es falso, toda harina (blanca o negra) ostenta una parte de responsabilidad. Finalmente, los Vegetalianos olvidan demasiado el CRUDIVORISMO. El fuego, para ellos, no es el enemigo: mermeladas, caldos y “tortas de trigo” (fritas) están presentes en su menú. EL VEGETARISMO Teoría: Más matizado que el Vegetalismo (enemigo de toda sustancia animal, directa o indirecta), el Vegetarismo admite el consumo de subproductos animales (leche, yogurt, queso, miel ...). Además todos los otros productos de origen vegetal (frutas, verduras acuosas y harinosas, cereales) son admitidos en este régimen. Crítica: “El Vegetarismo” es un ajuste del “Vegetalismo” demasiado excesivo. Sin embargo, el vegetariano cae en el error, como el vegetaliano, del almidonismo (productor de engrudos) y del consumo de leguminosas (productoras de purinas, casi más peligrosas que las de la carne). El gran maestro francés del Vegetarismo fue el Doctor Paul Carton y después el fi lósofo Demarquette (fundador del movimiento vegetariano francés). Otros como los jefes de escuela del movimiento naturista: los Doctores A. y G. Durville, afortunadamente, han modifi cado la doctrina, no solamente por una vuelta al crudivorismo frutariano (cada vez que sea posible), sino además por la adición para algunos sujetos de comidas débilmente carneadas (de 2 a 3 veces a la semana y al mediodía). El Naturismo alimentario de los hermanos Durville sigue siendo, para el Biomédico, una enseñanza más válida que el Cartonismo o el Vegetarismo clásico. El vegetarismo, por su nombre “carnivorismo no sangrante”, está a mitad de camino de la Verdad al no mandar nada más que una categoría (sobre dos) de alimentos inespecífi cos (las carnes sangrantes). EL CEREALISMO Teoría: Presentada de diversas formas, el cerealismo, en general, presenta los granos como si fueran los alimentos humanos por excelencia. 400 Método M. Stéphan Algunos cerealianos preconizan una alimentación imitada de la oriental y esencialmente basada sobre el arroz, otros prefi eren el trigo entero, otros además, las mezclas. Este sistema excluye las carnes, con tolerancia a menudo para los pescados. El padre del Cerealismo a base de trigo es el Dr.. Hanish. Otro divulgador fue Oshawa, maestro japonés que fue el origen del movimiento llamado de la “macrobiótica” (oriental) o arte de vivir viejo (cerealismo a base de arroz). En verdad, existe una macrobiótica occidental, fundada sobre las legumbres y las frutas de nuestro país (la de Maïmonide). La macrobiótica oriental, que hace del arroz y de la salsa de soja los principales alimentos y condena las frutas, es la imitación del régimen tradicional de los campesinos pobres japoneses. La restricción (cantidad) hace más, en este modo de alimentación, que la elección de los alimentos (calidad). Acordémonos del régimen de Cornaro. Partiendo de mono dietas a base de manzanas cocidas, o de verduras acuosas hervidas, hemos realizado curaciones tan espectaculares como las resultantes de la monodieta a base de arroz (muy conocida ya y puesta en evidencia por el Dr.. Kempfer contra la artero-esclerosis). Recordemos que la elección, aquí, importa menos que la restricción monodietética. Es este factor el que determina la curación (por autolisis). Finalmente, el gran error de la macrobiótica oriental, es haber querido hacer de un régimen dietético (autolítico) momentáneo (para una cura de desintoxicación), un régimen nutricional, continuo. (para una “cura de revitalización” e incluso para una “cura de estabilización”). Crítica: El hombre no está hecho para comer los granos de los cereales. No es un pichón, no dispone como los verdaderos granívoros de un buche germinador. El exceso de almidón envisca la sangre humana (hemogliasis), fatiga el hígado y poco a poco vuelve la linfa tan espesa que la asimilación celular es agotada. EL CARNIVORISMO Teoría: Defendido por algunos, de una manera científi ca y por muchos de una manera instintiva y pasional, el carnivorismo presenta varios aspectos. El padre del Carnivorismo es el farmacéutico Franc. El primero de esos aspectos es que la carne es alimento-rey por excelencia y que el hombre puede pasar de todo salvo de este alimento. Frutas, legumbres, verduras y cereales son secundarios, lo que cuenta en la comida y lo que alimenta, es exclusivamente la carne. Método M. S
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